viernes, 5 de febrero de 2010

Sobre la intolerancia

Cuando estábamos en el cole siempre nos decía: "no hay que ser intolerante" y nos pintaban un mundo de color de rosa, de paz y amor. Sin embargo todo el mundo es intolerante, yo lo doy y vosotros también. Lo que quiero decir es que la intolerancia no es mala, y que, aunque no me enorgullezco, tampoco hago nada por ocultar que soy intolerante.
Ahora mismo quizás penséis que se me ha ido la olla, o que soy un flipao, pero estoy seguro de que la intolerancia es ,hasta cierto punto, sana e inevitable.
Me explico, obviamente al decir que soy intolerante no quiero decir que vaya a pegarle un paliza a nadie por vestir de una manera o pensar de una forma, pero esto sería simplificar el asunto ¿No creéis? Quiero decir, que me estaría yendo a un extremo. También es un acto de intolerancia no querer escuchar algo de una persona diferente a mi, pensar de antemano que no tiene absolutamente nada que aportarme. Pues a eso me refiero, yo me declaro absolutamente intolerante con el fascismo, no creo que vaya a compartir ninguna idea del fascismo, y por eso precisamente me niego a conversar con un persona fascista. No quiere decir esto que vaya a pegarle a los que se consideren fascistas.
Sin embargo, de todas las posturas, las que más me fastidia, y contra la que más intolerante me defino es contra la planeza mental; la gente que hace gala de su ignorancia y la porta como si de algo bueno se tratase, gente que niega a entender o comprender, o abrir su mente. Se que nunca, nunca, nunca podré compartir nada con ese de gente. Solo espero que se mantengan lo más alejada de mi vida, y yo de las suyas, porque se que mantener contacto con ese tipo de personas aumenta mis ganas de matar ¬¬. También soy intolerante contra un puñado de cosas, como el racismo y en general todos los odios sin fundamento, pero al final todo se remite a lo mismo, la planeza mental. Me enfurecen! A veces incluso los odio.
En fin, que estoy convencido de que todos sois intolerantes, ya sea contra la violencia, contra el nazismo , contra la propia intolerancia, o contra los cacahuetes. Así que no consideréis a la intolerancia como el gran mal de esta sociedad y ese quimera que tiene que ser derrotada.

martes, 12 de enero de 2010

martes

Demasiado pronto. Todavía no ha amanecido y yo ya llevo una hora despierto. Me gusta sentarme a oscuras y ver como transcurren las horas cuando la ciudad duerme, o empieza a despertarse mas bien. Ruido de persianas, algún coche que pasa, alguna ventana con una luz encendida dentro. Me dejo atrapar por una rutina, y no me apetece, pero...¿Acaso tengo remedio?
Ahora mismo estoy perdiendo el tiempo, debería estar...no sé aseándome para ir a la facultad, pero poco me importa eso ahora mismo, observo pensativo un reloj digital que brilla en la oscuridad de esta habitación. Mis ojos se acostumbran lentamente a esta, noto el frío de la mañana. A veces tengo la sensación de que hasta las cosas más simples son demasiado complejas, de que nunca he tenido idea de nada realmente. Pero esto no me causa malestar, solamente me siento extraño, fuera de lugar... de alguna manera evoco mil sentimientos anteriores. Recuerdo cuando era chico y me despertaba temprano para ir al colegio, recuerdo como poco antes de saber que me tenía que despertar me escondía en la cama para que mis padres no me vieran. Creo que poco ha cambiado todo desde entonces; en cierta manera sigo escondiéndome para quedarme un rato más en la cama, aunque siempre resulta fútil.
En fin, me voy dando cuenta de que el tiempo pasa de manera diferente a esta hora. Miro la hora, mierda! llego tarde, y me dejo sumergir en mi rutina sin poder hacer nada para evitarlo.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Aminatou haidar

Los días se desgranan, lentamente. Todo pasa sin noticia alguna, en cierta manera tiene su encanto. Vivo, y sin embargo no me da esa impresión, suspendido en un bote de formol pienso que al final nada aporta nada.
Aquél día hacía frío, andaba, sin dar demasiada importancia a lo que me rodeaba. Llegué a casa y encendí el televisor; las noticias. Pensé en apagar el televisor, pero no lo hice. A los pocos segundos de tener encendido el televisor apareció en la pantalla una mujer, musulmana supongo. Decían que estaba en huelga de hambre, por nosecuantos días. La ghandi saharaiu, la llaman. Me llamó la atención y simplemente seguí buscando, indagando en la vida de esa mujer. Descubrí que el motivo de su huelga era volver a su casa con sus hijos, descubrí que ya había estado presa en prisiones marroquíes, y conforme más me informaba de sus hazañas, más simpatía me inspiraba. Pienso que hay pocas mujeres con tanta valentía como la suya, y me voy enamorando en silencio de ella conforme pasan los días. Hoy se ha declarado una activista en huelga de hambre en Sevilla, por solidaridad. Me emocionan estas movilizaciones, sin armas, no violentas. Nos repiten continuamente que no tiene sentido luchar, que al final todo va a seguir igual. Sin embargo, son personas como estas, las que hacen que este mundo no sea tan asqueroso, el mundo esta falto de gente íntegra y valiente como ellas. Puede morir, es cierto, y si muere lloraré. Espero que nunca olvidemos la lección que nos intenta enseñar esta mujer, a ser íntegros, a seguir una idea nos cueste lo que nos cueste, y a que, por mucho que nos lo repitan, nunca es demasiado tarde. Han pasado casi 80 años de la muerte de Ghandi, y sin embargo, aquí y ahora tenemos su resurrección.
Estoy ansioso por compartir el mundo con gente como esta.




martes, 8 de diciembre de 2009

mañana

La idea de que mañana amanecerá como siempre no me deja dormir.
Cada momento de mi vida se queda impregnado de una sensación, algo parecido a un olor, o una melodía, no se muy bien como explicarlo pero supongo que es algo que siente todo el mundo. Últimamente estoy pensando más que nunca. Pienso en el ser humano como animal social y todo lo que ello conlleva. Pienso en la importancia de desobediencia civil, en no acatar todas las normas y ser siempre un poco incorrecto. Da igual, ahora me voy a dormir, y se que me despertaré con los rayos del alba. La certeza me asusta, estoy confundido. Escribo un puñado de palabras que apenas entiendo antes de irme a la cama. Empiezo a darme cuenta de lo absurdo que pueden tornarse las cosas si las miras desde otra perspectiva, siento vergüenza y apenas tengo fuerza para seguir adelante. No obstante, si algo me he demostrado a mi mismo es que soy bastante fuerte, en crescendo me acercaré hasta cuando la presión se elimine de mis hombros y me note por fin volar.

viernes, 4 de diciembre de 2009

viernes

Hoy es viernes, escribo esto desde la facultad a esperas de comienze la prenavidad, al fin y al cabo una excusa más para emborracharse y festejar algo que no existe, como todas las fiestas. Todo viene a ser una parodia de actuación, un sinsentido que se repite a lo largo de mi vida.
En estos días que pasan me siento menos querido que nunca, me siento sólo e incomprendido. Me siento perdido, y creo que poca gente me quiere. Sin quererlo me encuentro siendo el centro de la atención, sumegiendome en un mar de abusos y mentiras, vaciandome y notando el paso del tiempo, que pasa quitandome todo lo que quería conservar, todo lo que me importó. Me atraviesa, me mata, me abruma, yo nunca encuentro lo que voy buscando. Mañana me despertaré para darme cuenta de mi situación, me sonreiré y creeré ser feliz. Mañana será otro día, y sin embargo, será igual que hoy. Avanzar para quedarse quieto. Salto mortal, hacia el vacio, no mires hacia atrás, nada importa, solo tú, y la caida. Mañana será otro día...

lunes, 30 de noviembre de 2009

Al alba

Quedé tiritando en una esquina, experimente la tortura de ser devorado por dentro y olí la putrefacción. Admitir algo que odiarías y resurgir dentro de tus cenizas. Sólo al borde de un abismo pude verme a mi mismo, tal y como soy, y pude dejar de mentirme. Esperé más de lo que debía, y cuando ya no pude más avancé, hacia la locura o hacia cualquier otro sitio dónde pueda sentirme cálido, cómodo, un hogar al fin y al cabo. Entre tanta búsqueda olvidé lo que flota en el aire y nadie puede ver, olvide que quizás mi hogar este en ese segundo que te hace sentir diferente cuando te identificas con una canción por ejemplo, quizás mi hogar este en un páramo desierto dónde la palabras cohabitan con las sensaciones. Y sólo entonces me dí cuenta de los millones de pasos en falso que había dado. Quizás cuando deshaga el camino sólo me queden un puñado de recuerdos, y alguna que otra canción, quizás los islotes imbatibles solo eran montículos de arena que se resisten en vano a ser enterrados por el mar. Cuando el mar termine de borrar todo rastro de mi islote podré nada libremente



sábado, 14 de noviembre de 2009

El Carrusel

Bueno, esto lo acabo de escribir justo ahora. Estoy solo en mi casa y acabo de ver El Hombre Elefante, una película de David Lynch bastante que me ha parecido bastante dura. En fin, que me ha hecho pensar y ponerme a escribir lo que sentí en el momento:

Nos creemos nuevos dioses, dominamos el mundo desde nuestro trono de plata profiriendo cada vez gritos mas inhumanos. Y aquí estamos, montados en un carrusel de vicio, que va cada vez más deprisa, rostros que se confunden con tanta vuelta, nausea, música repetitiva y casi macabra que nos lleva a un estado cercano a la más profundo de las locuras, confundiendo acusados con acusadores, ocultándonos tras nuestras frágiles máscaras, para no desvelarles al resto del mundo ,ni a nosotros mismos, nuestra verdadera identidad, para no descubrir que no somos mejores, que sólo somos bestias. Atemorizados nos escondemos en rincones para señalar a cualquier alma inocente; !Linchemoslo! gritaremos enfurecidos blandiendo nuestros puños al viento,tropezando una y mil veces en la misma piedra antes de admitir lo que somos. Ególatras, nos miraremos al espejo y nos gustaremos, seremos incapaces de ver los tumores que nos sobre salen, que supuran y dejan caer un líquido viscoso sobre nuestras conciencias. Juzgaremos, y nunca seremos mejores que los juzgados, y pese a todo juzgaremos. Creyéndonos dueños de todo, y siendo sólo dueños de nuestros propios temores iremos a morir de una manera penosa, porque no podía ser de otra manera, y entre balbuceantes palabras intentaremos redimirnos de nuestra culpa, y nunca encontraremos el anhelado perdón, pues nosotros nunca perdonamos cuando pudimos.